Motivación Altruista

En nuestra práctica del Dharma, la motivación juega un papel importante.

Nuestra motivación debe ser pura. Para tener una motivación pura, debemos tener Bodhicitta en nuestra mente. “Bodhicitta en nuestra mente” significa que debemos tener amor y compasión hacia los demás seres sintientes porque todos los seres sintientes, tan vastos como el cielo, han sido nuestros padres en algún momento.

Hablamos de los padres, especialmente de la madre, porque normalmente existe amor y bondad entre madre e hijo. La relación entre madre e hijo es muy, muy especial y por eso recitamos “todas las madres seres sintientes”.

Cuando hablamos de “amor y compasión”, debemos saber que son herramientas para poner fin al sufrimiento. El sufrimiento surge del apego y la aversión. El apego surge debido a la ignorancia.

La ignorancia significa tratarse a uno mismo como el centro de todo y que todo gire en torno al “yo”. La ignorancia conduce al apego hacia nosotros mismos y hacia aquellos que nos resultan atractivos; y hacia aquellos que no nos resultan atractivos, conduce a la agresión.

Para desmantelar esta actitud de auto-complacencia, generamos amor y compasión. Por eso recitamos “oṃ mani padme hūṃ”.

Los hijos que no sienten una gran devoción o amor por sus padres pueden pensar en sus novios, novias o en cualquier otra persona con la que se sientan cercanos. Luego pueden pensar en “todos los seres sintientes que han sido madres” como si fueran su novio, novia o cualquier persona cercana a ellos.

Cuando hay amor y compasión en nuestra mente hacia los demás, eso genera una gran felicidad en nosotros y también crea felicidad en quienes nos rodean. Es mutuamente beneficioso.

Por eso enfatizo la importancia de reflexionar sobre la bondad de los seres sintientes que han sido madres. Reflexiona sobre tus propias relaciones con los demás seres sintientes.

Finalmente, no solo debemos pensar en estas cosas, sino también meditarlas, porque si no lo hiciéramos, no desarrollaríamos una apreciación más profunda de ellas.

Primero debemos comenzar meditando en el amor y la compasión hacia los padres o cualquier persona con la que nos sintamos cercanos.

Gradualmente, debemos extender este amor y devoción hacia todos los seres sintientes que han sido madres. Una cosa que puedo decir con absoluta certeza es que, hasta que no tengas amor y compasión en tu corazón por todos los seres sintientes, no podrás alcanzar la iluminación.

Eso es un hecho. Por lo tanto, comprende que todos los seres sintientes, sin importar cuán grandes o pequeños sean, desean la felicidad. Por ejemplo, las hormigas desean la felicidad.

Cuando volamos alto en el cielo y miramos hacia abajo a esos pequeños automóviles, son como pequeñas hormigas corriendo en todas direcciones. Ya sea que seamos hormigas o seres humanos viajando en automóviles, básicamente tenemos las mismas necesidades y deseos.

La única diferencia es la cantidad de mérito que hemos acumulado en nuestras vidas pasadas. Debido a esa acumulación de mérito o virtud en tantas vidas anteriores, ahora estamos en una situación muy privilegiada.

Ahora tenemos acceso a las enseñanzas del Buda, a maestros y miembros de la Sangha; tenemos amigos espirituales que nos transmiten las enseñanzas del Dharma. Todo esto es debido a nuestra acumulación de virtud en muchas vidas anteriores.

Si en estas circunstancias afortunadas abandonáramos a todos los seres sintientes que han sido madres, si ni siquiera generamos amor y compasión hacia los demás, eso sería algo verdaderamente vergonzoso.

Recuerda que cuando generamos amor y compasión hacia todos los seres sintientes que han sido madres, esto es algo totalmente y mutuamente beneficioso. No solo beneficiará a los seres sintientes que han sido madres, sino que, indudablemente, también será tu camino hacia la liberación.

Cuando decimos que debemos tener amor y compasión hacia los demás, no estamos diciendo que debemos hacerlo solo durante las sesiones de enseñanza del Dharma y que tan pronto salgamos de la sala actuemos de manera diferente. No. Debemos tener amor y compasión en todo momento.

El amor y la compasión son la Visión budista. Son la raíz, el fundamento, la esencia de todas las enseñanzas del Buda. Son necesarias desde el principio hasta el final.

Si tenemos estas dos cualidades, ellas solas son suficientes para alcanzar la iluminación y, si no las tenemos, no podremos alcanzarla. El amor y la compasión son totalmente indispensables.

Ya sea que estemos realizando prácticas avanzadas, en retiro o simplemente sentados contando nuestras cuentas 108 veces recitando oṃ mani padme hūṃ, no importa cuán profunda o extensa sea nuestra práctica del Dharma, debe hacerse con una motivación pura, con amor y compasión.

El amor y la compasión deben ser parte integral de cada práctica del Dharma que realicemos. Nuestras actividades de cuerpo, palabra y mente –cualquier actividad, toda actividad– deben incorporar amor y compasión. No podemos separarnos de esto.

Cuando hablamos de “acciones virtuosas”, la virtud en realidad es amor y compasión. Si nos sentamos a practicar el Dharma sin amor y compasión, sería como seguir colocando leña en una estufa sin encender los fósforos.

Podemos seguir apilando madera hasta llenarla por completo, pero aun así no nos dará calor. El amor y la compasión son como encender ese fósforo, y eso generará calor.

Supongamos que encontramos a alguien, tal vez una persona enferma que sufre mucho, y debido a eso generamos amor y compasión hacia ella. Esto se llamaría compasión dirigida o enfocada.

En este caso, no estamos considerando que todos los seres vivos, tan vastos como el espacio, son seres sintientes que han sido madres y que cada uno de ellos, al estar en saṃsāra, sufre enormemente.

Si, por esta razón en particular, desarrollamos ese mismo sentimiento cálido, amable, amoroso y compasivo hacia todos los seres sintientes que han sido madres, eso se llamaría compasión no dirigida o no enfocada, lo cual es la generación de la mente de Bodhicitta.

Cuando practicamos el Dharma, debemos tener este tipo de compasión no dirigida hacia todos los seres sintientes que han sido madres. El amor, la compasión y la generación de la mente de Bodhicitta deben ir seguidos de la dedicación.

Estos tres elementos de la práctica en la tradición Nyingmapa se llaman los tres elementos sublimes.

Todos los Budas del pasado han dedicado sus méritos para el beneficio de todos los seres sintientes, y nosotros hacemos lo mismo. Es como si existiera un vasto océano de mérito dedicado por todos los Budas, y nosotros contribuimos a él, aunque sea con una sola gota generada a través de nuestra propia práctica.

La dedicación es muy, muy importante. Cuando dedicamos nuestro mérito para el beneficio de todos los seres sintientes, nuestro mérito no se desvanece ni se agota; permanece mientras permanezca el océano. Siempre que la motivación sea pura, incluso si el mérito que generamos con nuestra práctica es pequeño, el beneficio será muy, muy grande.

Pero si la motivación no es pura, podríamos estar realizando una gran actividad de Dharma, pero el beneficio será muy, muy pequeño.

Por ejemplo, si hiciéramos algo fantástico por razones superficiales, como el deseo de nombre y fama que surge del apego a uno mismo, esta actividad de Dharma relacionada con el aferrmamiento al yo y sin motivación pura no daría fruto porque se hace con apego y con “yo”.

Aunque una práctica en sí misma sea Dharma, una práctica sin motivación es una adulteración con veneno. Si practicamos solo por nombre y fama, habrá muchos impedimentos en el Camino y no acumularemos karma positivo.

Por eso es útil examinarse a uno mismo cuando emprendemos una actividad de Dharma. Cuando vamos a recibir enseñanzas, debemos preguntarnos si nuestra motivación es pura o no y escuchar nuestra voz interior. En el momento en que vemos que nuestra motivación no es del todo pura, es una detección por parte de nuestra Mente Alerta, que es parte integral de la Verdadera Naturaleza de la Mente.

Cuando la mente alerta detecta una falta, es muy, muy fácil corregirla. Pero si no detecta una actividad de Dharma sin motivación, si no vemos las faltas como faltas, eso es muy, muy peligroso.

Sin una motivación pura, los practicantes del Dharma son algo así como un maniquí sin vida. Pero cuando tenemos Bodhicitta, es una historia completamente diferente.